Imparte Sandra Máfara. Aquí nos comparte algo de su experiencia en Danzaterapia.
Puff!, veo el gran espacio en blanco que
está a continuación, y es increíble sentir la emoción que va recorriendo mi
cuerpo por tener la oportunidad de escribir y ser leída por ustedes. Llena de
gratitud, amor y sintiéndome honrada por llegar hasta su existencia en este
momento, les comparto cómo ha sido y va mi andar por el camino de la
danzaterapia.
Recientemente tengo la hipótesis que debieron examinarme de chiquita para saber si no tengo, de casualidad, este diagnóstico de moda en los niños: TDAH, si lo tengo y no fui diagnosticada… “le debo una” a la vida; pues esta peculiar, y de pronto no tan bien vista, característica ha sido mi más fiel y directa guía hacia el camino de la trascendencia.
El ser tan activa y tener tanta energía, me encaminó hacia la danza, en algo tenía que entretenerme por las tardes después de la escuela; sin embargo, este entretenimiento se convirtió en una pasión, en una vocación, en una identificación, en una extensión de mí misma.
Aunque bailaba en los típicos festivales de la escuela desde el preescolar, incursioné en la danza (ballet) de manera formal ya tarde, a los 8 años, e inmediatamente supe que ese era mi hogar: mi cuerpo en movimiento.
He estudiado diversos estilos de danza: ballet, bellydance, danzas polinesias, tap, jazz, hip-hop, danza aérea, danza africana, danza contemporánea, bailes de salón, bachata, salsa cubana, y todo lo que se pueda seguir cruzando en mi camino, y en cada estilo de danza encuentro la misma constante: el amor, la catarsis y después, la expansión de mi espíritu.
Me certifiqué en ballet hasta el grado Advanced 1 en el sistema ISTD de Londres, y a pesar de las expectativas de mis maestras para que terminara mi preparación como bailarina profesional (sólo me faltaba un grado para acabar el sistema), yo siempre supe que, aunque amo la danza y los escenarios, la forma de utilizarlos no sería como una bailarina tradicional… yo quería estudiar más, quería ser doctora.
Afortunadamente en preparatoria tuve la oportunidad de probar un poco de enfermería, y me bastó con un mes para saber que a través de la medicina no encontraría esa misma sensación que con la danza, y entonces me cambié de área y salí de preparatoria como técnica en puericultura, lo que me ayudó a decidirme por la psicología, licenciatura que estudié posteriormente.
En este camino intelectual de la psicología, la danza siempre fue mi fiel compañera, que junto con la imprevisibilidad de la vida, me fueron abriendo cada vez más mi sensibilidad y necesidad de conocer mi ser espiritual. Fue así como me topé con Viktor Frankl y estudié un diplomado en Logoterapia y Análisis Existencial, lo que me llevó a re-conocer la danza en mi vida y a toparme con la danzaterapia y Azadeh; prepararme como danza y arteterapeuta fue luz, paz, amor, caer en blandito tras pasar varias capas duras, y principalmente fue un fuerte llamado del mundo del arte hacia mi espíritu… hubo algo que después de terminar esta preparación me dijo: ¡qué esperas!, ¡créelo!, ¡explora este mundo!… Eres bienvenida y gustosamente invitada.
Amando a la psicología, perdidamente enamorada de la danza e identificándome como una artista que trabaja con la psicología (y no al revés), continúo estudiando desde la experiencia y autoconocimiento de enfrentarse con uno mismo. Estoy en proceso de certificarme como psicoterapeuta Gestalt, Corporal y Transpersonal, es un entrenamiento de varios años en el cual ya avancé con la Gestalt, voy a la mitad con la parte Corporal, preparándome así para el mundo hermoso de lo Transpersonal.
… ¿Y los niños?… Ellos son otro llamado de la vida que ha sido una constante, aunque mis metas están enfocadas en otras poblaciones, los niños me han arraigado desde hace 10 años que trabajo con ellos. Son la base de mi preparación profesional, son mi actual fuente de ingresos y son la muestra más pura de que el movimiento y la música salen desde adentro, sin necesidad de bases teóricas o técnica, sin necesidad de saber de géneros musicales o estilos de danza, del idioma en que se canta o de la estética… Los niños me guían y me recuerdan (con esa energía que tienen todo el santo día) que la chispa que se genera con el movimiento es eterna y constante, no se apaga ni dormidos ni aún después de la muerte, pues aunque el cuerpo es el que se mueve, el espíritu es el que danza.
Recientemente tengo la hipótesis que debieron examinarme de chiquita para saber si no tengo, de casualidad, este diagnóstico de moda en los niños: TDAH, si lo tengo y no fui diagnosticada… “le debo una” a la vida; pues esta peculiar, y de pronto no tan bien vista, característica ha sido mi más fiel y directa guía hacia el camino de la trascendencia.
El ser tan activa y tener tanta energía, me encaminó hacia la danza, en algo tenía que entretenerme por las tardes después de la escuela; sin embargo, este entretenimiento se convirtió en una pasión, en una vocación, en una identificación, en una extensión de mí misma.
Aunque bailaba en los típicos festivales de la escuela desde el preescolar, incursioné en la danza (ballet) de manera formal ya tarde, a los 8 años, e inmediatamente supe que ese era mi hogar: mi cuerpo en movimiento.
He estudiado diversos estilos de danza: ballet, bellydance, danzas polinesias, tap, jazz, hip-hop, danza aérea, danza africana, danza contemporánea, bailes de salón, bachata, salsa cubana, y todo lo que se pueda seguir cruzando en mi camino, y en cada estilo de danza encuentro la misma constante: el amor, la catarsis y después, la expansión de mi espíritu.
Me certifiqué en ballet hasta el grado Advanced 1 en el sistema ISTD de Londres, y a pesar de las expectativas de mis maestras para que terminara mi preparación como bailarina profesional (sólo me faltaba un grado para acabar el sistema), yo siempre supe que, aunque amo la danza y los escenarios, la forma de utilizarlos no sería como una bailarina tradicional… yo quería estudiar más, quería ser doctora.
Afortunadamente en preparatoria tuve la oportunidad de probar un poco de enfermería, y me bastó con un mes para saber que a través de la medicina no encontraría esa misma sensación que con la danza, y entonces me cambié de área y salí de preparatoria como técnica en puericultura, lo que me ayudó a decidirme por la psicología, licenciatura que estudié posteriormente.
En este camino intelectual de la psicología, la danza siempre fue mi fiel compañera, que junto con la imprevisibilidad de la vida, me fueron abriendo cada vez más mi sensibilidad y necesidad de conocer mi ser espiritual. Fue así como me topé con Viktor Frankl y estudié un diplomado en Logoterapia y Análisis Existencial, lo que me llevó a re-conocer la danza en mi vida y a toparme con la danzaterapia y Azadeh; prepararme como danza y arteterapeuta fue luz, paz, amor, caer en blandito tras pasar varias capas duras, y principalmente fue un fuerte llamado del mundo del arte hacia mi espíritu… hubo algo que después de terminar esta preparación me dijo: ¡qué esperas!, ¡créelo!, ¡explora este mundo!… Eres bienvenida y gustosamente invitada.
Amando a la psicología, perdidamente enamorada de la danza e identificándome como una artista que trabaja con la psicología (y no al revés), continúo estudiando desde la experiencia y autoconocimiento de enfrentarse con uno mismo. Estoy en proceso de certificarme como psicoterapeuta Gestalt, Corporal y Transpersonal, es un entrenamiento de varios años en el cual ya avancé con la Gestalt, voy a la mitad con la parte Corporal, preparándome así para el mundo hermoso de lo Transpersonal.
… ¿Y los niños?… Ellos son otro llamado de la vida que ha sido una constante, aunque mis metas están enfocadas en otras poblaciones, los niños me han arraigado desde hace 10 años que trabajo con ellos. Son la base de mi preparación profesional, son mi actual fuente de ingresos y son la muestra más pura de que el movimiento y la música salen desde adentro, sin necesidad de bases teóricas o técnica, sin necesidad de saber de géneros musicales o estilos de danza, del idioma en que se canta o de la estética… Los niños me guían y me recuerdan (con esa energía que tienen todo el santo día) que la chispa que se genera con el movimiento es eterna y constante, no se apaga ni dormidos ni aún después de la muerte, pues aunque el cuerpo es el que se mueve, el espíritu es el que danza.
Máfara Psicoterapeuta. Psic. Sandra Máfara Avilés.
Psicoterapia individual, grupal y talleres. Logoterapia, Danzaterapia, Gestalt
y Corporal para niños, jóvenes, adultos y bailarines Cel. 22 25 80 34 00 Mail:
smafara1@gmail.com Cholula y Puebla, Pue.
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